Rodil, quien tenía a su
mando los castillos del Real Felipe, rehusó sistemáticamente entrar en
cualquier arreglo para el cumplimiento de la Capitulación de Ayacucho.
Sostuvo desde os castillos
el asedió patriota, el cual se manifestó en el bloque por mar y el sitio por
tierra.
Rodil contaba con dos batallones y una brigada de artillería con
los cuales resistía asedio, Rodil no
cesaba de poner en actividad todos los medios que pudieran alargar la situación,
con la esperanza de recibir pronto refuerzos como socorros del Rey de España,
lo que nunca sucedió.
Además, la situación de los sitiados era terrible; no tenían alimentos,
al punto que llegaron a comer las ratas
del interior de la fortaleza. Ante este panorama y la toma del fuerte San
Rafael
(Situado a la derecha del
castillo) por los sitiadores, desde donde se lanzaban fuegos, con superioridad,
Rodil decidió capitular el 23 de enero de 1826.
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